En 2006, me pregunté qué quería hacer, dónde y con quién. En un cruce de caminos, elegí apostar por mí mismo y buscar lo que el mundo tenía para ofrecerme. Era hora de dar un paso hacia lo desconocido para descubrir mi llamado, encontrar mi tribu y abrazar una nueva vida.

En los años anteriores, había ido de vacaciones a Egipto, China/Tíbet y Tailandia. Al regresar, a menudo soñaba despierto en mi cubículo y pensaba en los increíbles extraños con los que había conectado en mis viajes. Cada uno de ellos me ayudó a crecer a través de su amabilidad y conocimiento.

Sin embargo, una cosa seguía molestándome: ¿por qué no se aplica este enfoque de crecimiento en el mundo de negocios? En el fondo creía en el concepto de crecimiento a través de la conexión humana, pero necesitaba ver más ejemplos con mis propios ojos. Para aprender esto, salí en una aventura de cuatro años que cambió para siempre mi forma de ver la vida. El viaje me llevó a personas, lugares y eventos que pondrían a prueba mi temple, me ayudarían a encontrar felicidad y me alumbrarían sobre la verdadera vocación de mi vida.

Las fotos a continuación comparten fragmentos de este viaje. Siempre estaré agradecido y en deuda con las muchas personas, culturas y organizaciones que me inspiraron y educaron.